Todos os días
Diona víñame buscar
ao saír da escola
e levábame a súa casa
que estaba enriba da miña
Pasabamos alí a tarde xuntos,
porque mamá traballaba ata as oito.
Al principio, su casa no me gustaba, porque solo había una mesa larga, una silla coja, una cama dura y un reloj parado.
Todos os días
Diona víñame buscar
ao saír da escola
e levábame a súa casa
que estaba enriba da miña
Pasabamos alí a tarde xuntos,
porque mamá traballaba ata as oito.
Ao principio,
a súa casa non me gustaba,
porque só había
unha mesa longa,
unha cadeira coxa,
unha cama dura
e un reloxo parado.
Pero, pouco a pouco,
empezouse a encher,
porque, cada día,
Diona chegaba con algo novo.
Co álbum Diona, OQO editora amplía su colección Qontextos y da muestras, una vez más, de su compromiso con temas sociales poco habituales en la literatura infantil. En este caso, aborda un trastorno del comportamiento, el síndrome de Diógenes, que padece un 3% de la población mayor de 65 años. Esta alteración psiquiátrica afecta, por lo general, a personas de avanzada edad que viven solas. Se caracteriza por el abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar y la acumulación de grandes cantidades de objetos, basura y desperdicios domésticos. Uno de los factores más importantes en el crecimiento del número de casos, es el progresivo aumento de ancianos que viven solos. Juan Senís aclara que la historia no nació con el único propósito de alertar sobre este síndrome, sino que, en realidad, la enfermedad fue una excusa para hablar del tema más importante del álbum: la inocencia. O, dicho de otro modo, “la manera en que los niños pueden contemplar con una mirada limpia, y libre de condena, ciertas conductas que los adultos catalogan como anómalas”. O pequeno protagonista é capaz de tomarse dun xeito lúdico e festivo o costume de Diona de encher a súa casa de cousas, sen sospeitar que este comportamento é síntoma dunha enfermidade mental. Ajeno a esta dramática realidad, para el niño, los restos de tela de un paraguas roto se convierten en un ala de vampiro; los retales de un mantel en la capa de un príncipe; y tanto él como la anciana se divierten paseando por toda la casa una caja con tos, cuando en realidad se trata de una radio estropeada. A imaxinación sen límites do pequeno e a dispoñibilidade de Diona a participar neste xogo transforman un grave problema nunha fonte de diversión e creatividade.
No entanto, finalmente, será a enfermidade a que desencadee a separación de ambos. Con todo —e como adoita suceder na colección Qontextos— cando unha porta se pecha, hai centos de fiestras que se abren, xa que a ausencia de Diona acabará propiciando a presenza da nai e unha maior atención cara ao seu fillo:
Una tarde vino mamá a recogerme a la escuela. —¿Qué le ha pasado a Geno? –le pregunté. —Es que no se encontraba bien –me dijo.
Nos fuimos al parque, y a tomar un helado. Fue tan increíble y tan divertido pasar con mamá todo ese tiempo (…) Para abordar un tema tan delicado, Juan Senís contó con un aliado perfecto: Oscar Sabini, quien conoce de cerca el síndrome de Diógenes, por su experiencia como trabajador social. El ilustrador italiano basó todo su trabajo en trasladar a imágenes la conexión “íntima” que se construye entre la anciana y el niño. Desde un primer momento, estuvo interesado en destacar lo positivo de la personalidad “casi mágica” de la anciana, capaz de darle una “nueva identidad” a utensilios rotos que acaban transformándose en “algo hermoso y divertido”. A través del collage (con recortes de revistas, pasteles al óleo y cartón) construyó los personajes y ese mundo especial que crea Geno para el pequeño. A Sabini siempre le gusta decir que usa los trozos de papel, como lo haría un pintor con su paleta. No obstante, revela que antes de este trabajo —su primera colaboración con OQO— nunca había llevado esta premisa a cabo “de verdad”. Texto de Juan Senís Ilustraciones de Oscar Sabini