Colección

Piedra, Palo y Paja

Ana Presunto & Josep Rodés

ISBN 978-84-96573-36-9

14,90

Cantidad:
INFORMACIÓN
  • Páginas 48 págs.
  • Encuadernación cartoné
  • Medidas 25x23 cm
  • Publicación marzo 2006

Un leñador tiene tres hijas. Cada vez que el leñador va al bosque, marca el camino para que las niñas puedan encontrarlo. De esta manera, las tres hermanas cuando le llevan la comida a su padre, siguen la senda marcada con piedras, palos o paja. Mientras, un oso trama un plan para raptarlas y cuando regresan a casa, las tres caen en la trampa y siguen una pista equivocada que las lleva directas a su cueva. Agudizando el ingenio, las niñas planean su huida y el oso acaba pagando su merecido.

 

 


Descripción

Un leñador tiene tres hijas. Cada vez que el leñador va al bosque, marca el camino para que las niñas puedan encontrarlo. De esta manera, las tres hermanas cuando le llevan la comida a su padre, siguen la senda marcada con piedras, palos o paja. Mientras, un oso trama un plan para raptarlas y cuando regresan a casa, las tres caen en la trampa y siguen una pista equivocada que las lleva directas a su cueva. Agudizando el ingenio, las niñas planean su huida y el oso acaba pagando su merecido.

 

 

Un cuento que nos enseña los peligros del mundo, en forma de sendas, que de repente, cambian de dirección y provocan que nos perdamos. Aún así, tomar el camino equivocado, tiene solución, basta un poco de imaginación y astucia para afrontar la situación y superar los obstáculos.

Hay que destacar el hecho de que sea la hermana mayor, la responsable del plan para la huida, y que sea también ella, la última en escapar del oso, sólo después de salvar a sus hermanas pequeñas. Su actuación representa un ejemplo para los niños y un estímulo en su camino hacia la madurez, etapa en la que alcanzarán su pleno desarrollo intelectual y la independencia.

La naturaleza simbólica de los tres elementos con los que el padre marca la senda (piedras, palos, paja) es un motivo recurrente en otros cuentos del mundo. En el más conocido, quizás Los tres cerditos, del elemento más insustancial (paja) se evoluciona hacia la solidez de la piedra con la que el hermano mayor construye la casa. La ordenación inversa de los tres elementos, obedece al hecho de que el padre apenas ofrece seguridad a sus hijas. El leñador, puesto que conoce el bosque, debería saber que la paja no es un elemento adecuado para dejar señales. Estos fallos, junto con la desaparición de las niñas, sin que ni siquiera el padre se dé cuenta, demuestran que el cuidado y la atención del leñador hacia sus hijas es deficiente, por lo cual, tendrán que ser ellas las que tomen las iniciativas, se enfrenten al mundo y pongan a prueba su capacidad para solucionar problemas.

Las coincidencias con Hansel y Gretel también son notables. En el cuento, Hansel señala el camino de vuelta con piedrecitas, lo que demuestra ya un agudo ingenio por su parte, y con posterioridad empleará las migas de pan que comerán los pájaros. Valerio Carrik, pintor oficial de la corte imperial de Nicolás II, último zar de Rusia, gustaba de recopilar cuentos populares que él mismo transcribía de la tradición oral y que completaba con bocetos y esbozos.

Desde siempre, las fábulas y cuentos en los que se mezclan animales y humanos han sido un vehículo ideal para hablarles a los niños de sentimientos y de conceptos, mientras ellos se divierten y se emocionan. Con el título de El oso y las tres hijas del leñador se publicó por primera vez este cuento, y en la línea de esta primera versión, Piedra, palo y paja presenta un relato objetivo y claro, respetuoso con las construcciones formulísticas, tan vivas, aún hoy en la tradición oral rusa.

 

También, la ambientación plástica de Josep Rodés y el perfil de los personajes (oso, muzhik, niñas), típicos de los cuentos populares rusos, revelan el origen de esta historia, y muestran una perfecta sintonía con el modo de presentar la trama argumental. La recompensa: una gratificante imagen de felicidad en el hogar, cuando por fin todos los obstáculos son superados.

 

 

Texto de Ana Presunto, a partir de un cuento popular ruso

Ilustraciones de Josep Rodés