Oso vivía en el bosque. Lo que más le gustaba era pasear, dormir la siesta junto al lago y coleccionar cosas que encontraba entre los árboles. Un día apareció un cazamariposas en lo alto de una rama. —¿Qué podría hacer con esto?
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Oso vivía en el bosque. Lo que más le gustaba era pasear, dormir la siesta junto al lago y coleccionar cosas que encontraba entre los árboles. Un día apareció un cazamariposas en lo alto de una rama. —¿Qué podría hacer con esto?
Las apariencias engañan. Al contrario de lo que pueda parecer, nada tienen que temer las mariposas de este artilugio —tan utilizado por coleccionistas para cazarlas con el objeto de disecarlas— ni de que este haya caído en manos de un oso con un enorme hocico.
Al igual que en su primera colaboración con OQO (¡Pilú Pilú!) Susanna Isern vuelve a deleitarnos con un personaje entrañable, a quien ni por asomo se le pasa por la cabeza añadir las mariposas a su colección de objetos ni tampoco a su dieta. Todo lo contrario: usa el cazamariposas para salvarlas cuando caen al lago y su narizota para que se sequen rápido y puedan volver a aletear.
“Una tarde de verano, cuando mi hijo mayor tenía tres años, me contó que había rescatado una mariposa del mar y que la había puesto sobre una roca para que se le secaran las alas. Me pareció muy tierno y enseguida nació una historia en mi cabeza”, revela la autora sobre el origen de la historia.
Oso Cazamariposas es, en esencia, un libro sobre la bondad: la inclinación natural del protagonista hacia el bien es indiscutible: protege de un modo admirable a las mariposas por iniciativa propia y sin esperar nada a cambio.
Es también una tierna historia sobre la amistad: la que nace entre Oso y la enorme mariposa, Blanca, quien acabará rescatándolo no solo del lago sino también de su soledad.
Pasaban mucho tiempo juntos. A ella le encantaba hacerle cosquillas en las orejas y jugar al escondite. A él le gustaba contarle historias secretas del bosque y soplarle suavemente en las antenas.
Si quien siembra vientos, recoge tempestades; quien reparte generosidad y bondad —como Oso— debe recibir, como mínimo, agradecimiento. Según recuerda el dicho popular: “los buenos amigos son como las estrellas… no siempre las ves pero sabes que están ahí”.
Y esto es lo que le ocurre a Oso cuando cae al agua: una nube de mariposas —todas las que había salvado durante tanto tiempo y que habían huido asustadas— acaban acudiendo a socorrerlo: lo agarraron con sus patitas y lo levantaron como si fuera una pluma.
De este modo, volvemos a confirmar el sentido inicial del cuento: las apariencias engañan. “Aquellos que suponemos más frágiles, si unen sus fuerzas, pueden mover montañas (en este caso, a un mamífero plantígrado)”, matiza Susanna Isern.
También para la ilustradora Marjorie Pourchet esta es su segunda colaboración con OQO. Técnicamente, en el Oso Cazamariposas, continúa en la “línea de búsquedas a nivel gráfico” iniciada en La madre del héroe: pluma, pintura acrílica, decoraciones creadas a través de técnicas de impresión y collages.
No obstante, este el primero de sus trabajos en el que todos los personajes a los que da vida son animales. Por ello, quizás, son bastante antropomórficos: el pelaje desaparece de la cara de Oso, tiene colorete rosa en las mejillas… De este modo, busca facilitar que el lector se identifique con el protagonista.
Las mariposas en este cuento son, para Oso, una especie de tesoro quimérico, inaccesible… De ahí que la ilustradora mantenga una distancia en los encuadres y no juegue con primeros planos sobre ellas.
En cambio, el tratamiento visual de la mariposa grande, Blanca, es diferente. Marjorie Pourchet ensalza su protagonismo entre todas las demás y le otorga mayor expresividad al jugar con sus alas, dibujarle ojos…
A través de las ilustraciones, Marjorie informa al lector de muchas más acciones que el texto no narra. El paso del tiempo puede leerse en el follaje que se vuelve rojo o acaba por desaparecer en diferentes momentos de la historia.
Existe también un paralelismo entre el espacio del lago —lugar en el que hace vida Oso— y el del cielo —donde se recuperará de la caída en el agua— tanto por el color azul grisáceo como por el juego de simetría vertical en la doble página.
De igual forma, Pourchet ha jugado con la acumulación progresiva de los objetos que colecciona Oso para ofrecer una narración “paralela” a la historia. Así, antes de encontrar a la mariposa grande, aparecen amontonados en su barca “como una especie de barricada que protege su soledad”. Finalmente, acaban encontrado su lugar y su funcionalidad cuando Blanca entra en su vida, como le ocurre a Oso cuando el cazamariposas aparece en la suya.
Texto de Susanna Isern
Ilustraciones de Marjorie Pourchet