Todas las mañanas, el gallo de Filiberto y Sacramento subía al campanario y cantaba: ‘¡O sole mío…’ Así fue durante muchos años, tantos que parecía que siempre iba a ser así. Sin embargo, el gallo fue haciéndose mayor y una noche cerró los ojos para dormir…
Todas las mañanas, el gallo de Filiberto y Sacramento subía al campanario y cantaba: ‘¡O sole mío…’ Así fue durante muchos años, tantos que parecía que siempre iba a ser así. Sin embargo, el gallo fue haciéndose mayor y una noche cerró los ojos para dormir…
La muerte es un concepto difícil de comprender para los pequeños y de explicar para los adultos. El último canto lo plantea de una manera entrañable, como proceso natural de la vida: el desenlace irreversible, universal e inevitable para todos.
Pablo Albo aborda en el libro aborda las diferentes etapas que supone enfrentarse afectivamente a la pérdida de alguien: el duelo, la aceptación y, finalmente, el hermoso legado de sus recuerdos y lo hace sin perder tensión narrativa, emoción y espacios sugerentes. De este modo se ayuda a los más pequeños a acercarse a la muerte de forma útil para reflexionar sobre la vida y valorar todos sus buenos momentos.
Paralelamente y de forma simbólica, la historia incide en la importancia de la transmisión de conocimientos como clave para madurar y avanzar hacia el crecimiento emocional.
Estos conceptos y valores están reforzados con las interesantes perspectivas y fantásticas composiciones pictóricas de Miguel Ángel Díez, quien ha creado para este álbum personajes muy elaborados, con connotaciones antropomórficas.