Un pastor se gana la gratitud de un viejo cuervo, al arrancarle una espina de la pata. Tras este gesto, el pájaro le ayudará a conseguir sus sueños, mediante una serie de intercambios que, a partir de la espina, serán la línea conductora de la narración. Por la espina, una vela; Por la vela, una vaca; Por la vaca, una moza; Por la moza…¡UNA FLAUTA!
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Un pastor se gana la gratitud de un viejo cuervo, al arrancarle una espina de la pata. Tras este gesto, el pájaro le ayudará a conseguir sus sueños, mediante una serie de intercambios que, a partir de la espina, serán la línea conductora de la narración. Por la espina, una vela; Por la vela, una vaca; Por la vaca, una moza; Por la moza…¡UNA FLAUTA!
Luisa Morandeira adapta este cuento original turco, a partir del esquema de fórmula común, que aparece en Europa. Según los lugares, podemos encontrar series de objetos diferentes, a veces con más elementos (rabo, navaja, sardina, harina, niña, guitarra), pero en todas las versiones aparece un animal como protagonista (gato, mono, zorro). En esta adaptación libre, pese a que la autora enriquece la trama con elementos tomados de la tradición de Oriente Medio, mantiene el final propio de las versiones europeas y concluye con una canción que recopila la fórmula de los intercambios, interpretada por el protagonista con la flauta, el último objeto obtenido del trueque. No sucede lo mismo con otras versiones, como O rabo do gato recogida en Portugal por Adolfo Coelho, en la que esta secuencia parece haberse perdido. El punto de partida, también diferente al del folclore europeo, en este caso, lo podemos relacionar con el mito de Androcles y el león: Androcles arranca a la fiera una espina clavada en su pata, y el león, agradecido, premia al hombre. El simbolismo del cuervo está lleno de contradicciones en las diferentes manifestaciones culturales. Pájaro de mal agüero para algunos, desempeña sin embargo, un papel esencial para otros pueblos, que lo consideran un símbolo de gratitud, anunciador de triunfos, protector, mago, adivino, mensajero celeste… Se asocia igualmente a la soledad, al aislamiento voluntario y a la perspicacia (en el Génesis, será el que verifique, tras el diluvio universal, si la tierra vuelve a ser un lugar habitable).
Mauricio A. C. Quarello refleja todas estas connotaciones, derivadas en parte de las características físicas del animal, y con sus magníficos trazos, le otorga una fuerza simbólica que para ningún lector pasará desapercibida. Por medio de una gama de colores cálidos que van desde los ocres a los rojos, crea una atmósfera alegre pero intencionadamente irónica. También juega con paisajes y morfologías que remiten a los ambientes de los que procede el cuento (Turquía) y una vez más, como ya es habitual en él, presume de sombras magistralmente usadas, de composiciones arriesgadas, y maneja los planos como si de un trabajo cinematográfico se tratase.
Texto de Luisa Morandeira, a partir de un cuento popular turco Ilustraciones de Maurizio A. C. Quarello