Hoy es domingo. Estamos todos en casa. Después de comer vamos a dormir la siesta.
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Hoy es domingo. Estamos todos en casa. Después de comer vamos a dormir la siesta.
Nuestro protagonista quiere dormir, pero los ruidos cotidianos no le dejan. Escucha el ¡zzz-zzz-zzz! de los ronquidos de su madre; el ¡clin-clin-clin! del tenedor de la abuela batiendo huevos; el ¡sss-sss-sss! de la escoba con la que su padre barre la cocina; y el ¡toc-toc-toc! del martillo que utiliza el abuelo para clavar un clavo en la pared. La imposibilidad de dormir le genera malestar. Este se acrecienta cuando, finalizados los ruidos –y ya a punto de dormirse– vienen a buscarlo para merendar.
Este breve relato incide en la importancia de respetar las horas de sueño de los más pequeños, lo que repercute en su bienestar y crecimiento físico y emocional. Conscientes de ello, todos los miembros de la familia guardan silencio cuando finalmente, sentado en la silla a punto de merendar, el pequeño, rendido, se queda dormido. No obstante, la historia concede, sobre todo, un papel relevante al sentido del oído para ir conociendo cada día un poco más el mundo que nos rodea.
Text by José Campanari
Ilustraciones de Simona Mulazzani